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FLEXIBILIDAD

🧘 FLEXIBILIDAD


FLEXIBILIDAD
Alumnos/as de educación primaria haciendo ejercicios de flexibilidad.

Introducción:

Es la capacidad que tienen las articulaciones para realizar movimientos con la máxima amplitud posible dentro de sus límites anatómicos, gracias a la movilidad articular y la elasticidad de los músculos y tendones que las rodean.

Una buena flexibilidad implica que los músculos pueden elongarse y las articulaciones moverse libremente sin restricciones significativas. Esta capacidad depende de factores estructurales y puede mejorarse con entrenamiento específico.

Existen diferentes tipos que suelen distinguirse:

  • La flexibilidad estática: alcanzar y mantener una posición de estiramiento, por ejemplo tocarse la punta de los pies y sostener.
  • La flexibilidad dinámica: realizar movimientos amplios de vaivén, como círculos con los brazos, sin forzar la posición final.
  • La flexibilidad activa: lograda por la contracción de los músculos opuestos, por ejemplo elevar la pierna al frente usando los músculos propios.
  • La flexibilidad pasiva: lograda con ayuda externa, por ejemplo dejar que un compañero estire nuestra pierna.

En contexto escolar, suele referirse a la movilidad general del niño para doblarse, girar, estirarse y moverse con soltura, sin énfasis en técnicas avanzadas.

Desde el punto de vista del desarrollo integral, proporciona al alumno una conciencia corporal y control sobre su cuerpo en posiciones poco habituales, enriqueciendo su repertorio motor. También se relaciona con el rendimiento físico: aunque en primaria el objetivo no es el rendimiento, una mejor movilidad puede incrementar el rendimiento de otras capacidades físicas (un niño más flexible puede mejorar su técnica de carrera o lanzar más lejos gracias a mayor rango de movimiento).

Importancia de la flexibilidad para la salud y el desarrollo del niño

La flexibilidad es una capacidad frecuentemente subestimada, pero juega un rol importante en la salud musculoesquelética. Una buena flexibilidad contribuye a mantener las articulaciones saludables y a prevenir lesiones: músculos y tendones flexibles tienen menos probabilidad de sufrir distensiones o desgarros ante movimientos bruscos.

Asimismo, la flexibilidad está ligada a una mejor higiene postural: los estiramientos ayudan a contrarrestar los acortamientos musculares que provocan malas posturas. En los niños y niñas, trabajar la flexibilidad de forma regular ayuda a mejorar la coordinación y el rango de movimiento en todas sus actividades, permitiéndoles ejecutar gestos con mayor agilidad y destreza.

Evolución a lo largo de la infancia (6-12 años)

Durante la infancia (6-12 años), la flexibilidad se mantiene alta, aunque se observan ciertas reducciones en movimientos específicos respecto a la etapa preescolar. A medida que los niños se acercan a la pubertad, el crecimiento acelerado puede provocar una pérdida temporal de flexibilidad, especialmente si no se realizan estiramientos. En los varones, el aumento de masa muscular tiende a reducir la movilidad más que en las niñas, quienes suelen mantenerla gracias a factores hormonales.

La etapa de 6 a 12 años es ideal para trabajar la flexibilidad, ya que el cuerpo infantil es muy plástico y responde bien a los estiramientos. Además, entre los 9 y 14 años existe una “fase sensible” en la que los ejercicios de flexibilidad resultan especialmente eficaces. Fomentar esta capacidad desde la niñez ayuda a prevenir rigideces musculares y favorece una buena postura en la adolescencia y la adultez.

Recomendaciones pedagógicas para su entrenamiento

El trabajo de la flexibilidad en Educación Primaria debe adaptarse a las características evolutivas del alumnado. En los primeros cursos (6-8 años), se recomienda desarrollar esta cualidad de forma lúdica y natural, mediante juegos, canciones con movimiento, y actividades de calentamiento dinámicas que impliquen estirarse o agacharse, evitando estiramientos estáticos o con ayuda externa por riesgo de lesión y falta de control corporal.

Hasta los 8 años, es preferible aprovechar el movimiento espontáneo y variado del juego para trabajar la amplitud articular sin que los niños lo perciban como un ejercicio formal. A partir de los 9-10 años, pueden introducirse estiramientos estáticos breves y ejercicios más conscientes, siempre combinados con actividades divertidas que mantengan el interés y favorezcan la incorporación progresiva de hábitos saludables.

Algunas directrices generales para la flexibilidad en primaria son:

  • Calentamiento con movilidad articular: siempre realizar un adecuado calentamiento antes de estirar, pues en frío hay más riesgo de lesiones. Incluir rotaciones de todas las articulaciones, desplazamientos amplios.
  • No forzar el dolor: enseñar a los niños que el estiramiento se hace hasta sentir tensión, pero no dolor.
  • Evitar ejercicios en pareja en primaria: como regla, no realizar estiramientos donde un compañero aplica la fuerza.
  • Compensar músculos acortados por la vida diaria: dado que incluso a esta edad los niños pasan horas sentados en clase, es útil estirar especialmente grupos como isquiotibiales, lumbares y pectorales, que tienden a la retracción por la postura de estar sentados
  • publice.info.
  • Fomentar la creatividad y la relajación: puede aprovecharse para trabajar la conciencia corporal; por ejemplo, hacer que los niños cierren los ojos y sientan qué músculo estiran, o que inventen nuevas formas de estirarse (juego de “¿cómo podría un astronauta estirarse en la luna?” etc.).
  • Regularidad antes que intensidad: es preferible estirar un poco en cada clase de educación física (o a diario) de forma suave, que sesiones esporádicas muy intensas. La flexibilidad responde a la constancia.

Actividades:

AJUSTES